El también intérprete y productor musical comenta cómo asume diferentes funciones artísticas.

Osmani Espinosa: “Yo soy, ante todo, un compositor”
Entre los pasillos y las habitaciones de una antigua casona en la ciudad de Manzanillo, empezó a cultivar la imaginación el músico cubano Osmani Espinosa. Los sonidos de las olas yendo y viniendo, la soledad como entrañable amiga, sirvieron de inspiración a quien hoy es un exitoso compositor y productor musical.
“Mi niñez fue muy bonita –recuerda feliz-. Vivía cerquita del mar, en una casa inmensa que tenía ocho cuartos, solo habitada por mi abuela, mi madre, mi tía y yo.
“Nos pertenecía casi media cuadra. Tenía espacio para mis locuras infantiles, correr, jugar, pero siempre solo. Me gustaba mucho el deporte y jugaba a la pelota tirándola contra la pared. Después llegó la escuela y conocí a varios amigos. Fui un niño muy fantasioso”.
A esos primeros años cortejados por la soledad les “echa la culpa” Espinosa de sus ocurrencias, fantasías y de la musa que le acompaña inspirada. Entre las tantísimas canciones que han nacido de su manantial creativo, el autor considera que “El verano ya llegó” le abrió la puerta a grandes oportunidades. “Definió a la composición como una profesión de la cual podía vivir”.
Cuenta que en el camino llegaron otras indispensables, entre ellas “Lo malo se va bailando”, “Si tú volvieras”, “Que suenen los tambores”, y más recientes, “La Dura” y “Pelearnos un ratico”.
“Son muchas –precisa-. Todas reflejan mi vida personal. Escribo un noventa por ciento de mis vivencias, amores, desamores, experiencias, de mis locuras y mis partes más cuerdas, de las ganas de vivir y de soñar. Solo en algunos casos me baso en situaciones ajenas pero poniéndoles mi sello”.
La alegría y el optimismo son cualidades que le acompañan cual filosofía, porque no dedicará ni una sola de sus obras al llanto o a la melancolía. “Hasta en mis momentos más oscuros, busco expresar algo positivo”.
Afirma que Roberto Ferranti, presidente de Planet Records, le admira más como disquero. “Cuando él me llena de halagos, me acerco y le explico bajito: Yo soy, ante todo, un compositor. Es lo que me nace y me levanto a hacer todos los días: componer canciones que lleguen al corazón de las personas.
“¿Lo del canto? Como siempre digo: tirado al abandono. Me considero compositor, productor, disquero -un poquito, quizás-, y luego, cantante”.
A pesar de trabajar con artistas de los más diversos géneros musicales, Osmani tiene algunas deudas pendientes. “Me gustaría colaborar con la orquesta Los Van Van. Antes de fallecer Juan Formell, teníamos algo hecho que lamentablemente nunca salió. Quiero expresar mi visión de la timba y de la salsa a través de sus principales exponentes. A nivel internacional, ahora es que estamos empezando”.
“La Copa de la Vida”, interpretado por Ricky Martin, es el tema que le hubiese gustado componer. También “Always”, del estadounidense John Bon Jovi.
Aunque pareciera no tener tiempo libre de sobra, se las arregla para llevar una vida normal con un horario de trabajo como cualquier persona. “Hay autores que se lanzan a escribir en medio de la madrugada o cuando le llega la musa. Yo no.
“Me despierto en la mañana, empiezo mi jornada tras una taza de café y continúo en la tarde, porque la noche es para fiestear y divertirme con los amigos –aclara-, lo que más disfruto hacer además de ver fútbol como buen fanático al equipo Barcelona.
“Si no me hubiera dedicado a la música creo que sería futbolista, incluso, dicen que jugaba bien”.
Tener muchos amigos es una bendición que agradece a su profesión. Están “los verdaderos”, que le acompañan durante la vida, y “los de fiestas”, con quienes comparte anécdotas memorables. De ellos admira “la discreción, la confianza y el alma buena”.
Como versa uno de sus títulos, Osmani se enamora “facilito”, aunque pretenda no volver a caer porque es una piedra que se desgasta. “Tengo una manera muy personal de ver al amor y se nota en mis composiciones. Ojalá perdurara intacto, desde esos primeros momentos donde todo es perfecto y es tan fascinante empezar a conocerse”.
No obstante ese mundo de farándula y de nocturnidad habanera, aprecia, ante todo, la sencillez de las mujeres. “Que me quieran por quien soy por dentro es lo más lindo que puede pasarme”, confiesa.
Sin lugar a dudas, asegura que ellas prefieren su poesía. “Yo soy un poeta que tiene la bendición de ponerle melodía a sus versos. Es lo que más admiran de mí”.
Si tuviera que ser un instrumento musical, “indudablemente escojo ser un piano, porque permite esos tumbaos con los que adoro bailar”.
Que le confundan con Osmani García es lo más simpático que le sucede al compositor, nacido bajo las influencias del signo zodiacal Acuario. “Un 18 de febrero del año “no les voy a decir”- aclara entre risas, mientras comparte otras preferencias-. Mi comida favorita es un jugoso bistec de cerdo acompañado por una buena ensalada.
“No soy de muchos colorines. Me fascinan el negro, el blanco, el gris y el azul oscuro, quizás, por Industriales”, el equipo de béisbol de la capital cubana.
De Manzanillo trajo a La Habana su talento que toca con éxito y elegancia a cada canción y a las voces que la defienden. Desde su Oficina Secreta y junto al también talentoso Jay Simon, Osmani Espinosa seguirá haciendo sonar los tambores y espantando lo malo, bailando.
Ya que tanto ama al deporte y a la música cubana, sus logros bien pudieran compararse con el récord de Javier Sotomayor: alto, inalcanzable y perdurable en el tiempo.